Vindicación del 8×57 en todas sus versiones

Un cartucho que da más de lo que se espera

El 8x58JRS, y aún su versión más antigua: el 8x57JR, son muy utilizados en España en las monterías en armas de doble cañón. Pero, cuando yo comento que lo uso también en monotiros para recechos, las caras de incredulidad o, más aún de: ¡qué barbaridad!, son muy comunes. Esto ocurre en nuestro país, pues en Francia o en Centroeuropa, no es así. De hecho, en una batida en Alemania, me encontré a una cazadora que usaba un monotiro del 8×57 JRS. Como me interesé en el tema, me contestó que lo hacía porque su monotiro Merkel no pesaba nada y le era muy cómodo. Y sabía lo que hacía, pues cazó dos jabalíes con dos disparos y su actitud era normal, como si estuviera acostumbrada a hacerlo.

Rifle Sauer & Son modelo 36 calibre 8×57 JRS, con un visor Zeiss de 6x con retícula 1.

Un paseo por la Historia

Excelente corzo abatido a 220 metros con el Sauer & Son Modelo 36 en calibre 8×57 JRS con proyectil Toro de 140 grains y 50 grains de Tubal 5000 (vel. inicial 910 m/s o 2985 p/s).

Sé que los cartuchos de origen militar en 8×57 mm, comenzaron con mal pie, pues al que se había adoptado en 1888 para el fusil Gewehr 88 o Comisión, el diámetro era de  8,07mm. (.318”) y se lo conoce como 8×57 J u 8 “estrecho”. La letra “J” en realidad es una I, por “infanterie” o infantería en español. Esto, que parece un error, no lo es, pues viene de que en letras góticas la J y la I se escriben de forma similar.

El problema comenzó cuando después de la adopción del Mauser modelo 1898, donde los primeros ejemplares se recamararon al 8×57 J; en 1905, se decidió cambiar el calibre a uno con estrías más profundas, para que los cañones soportaran mayor cantidad de disparos. Asimismo, se decidió aligerar el peso del proyectil y de los 226 grains originales se pasó a 154. También se rediseñó el perfil del proyectil a uno aguzado en vez de la punta redonda para dotarlo de mayor aerodinamia. De este modo, nació el 8×57 JS, la “S” añadida viene de la palabra alemana “spitzer” o puntiagudo en castellano.

Cartucho de 8×57 JRS junto a un 6,5x57R y proyectiles Toro de 140 grains punta hueca.

Todo esto en un ejército es algo diabólico, ya que el mero cambio de calibre crea unos problemas enormes de logística. No obstante, se tradujo en grandes ventajas balísticas, pues el cartucho 8×57 J con sus 226 grains de proyectil alcanzaba una velocidad inicial de 2.093 p/s, mientras que el 8×57 JS con 154 grains de punta llegaba a los 2.880 p/s. Evidentemente, el cambio era una mejora sustancial. Lo dicho ocurría en el plano militar, pero tuvo su reflejo en el civil y así nacieron las versiones de pestaña o reborde: JR y JRS. La “R” viene de la palabra alemana “rand”, reborde en español.

 

El 8×57 JS y JRS

Como decía, muchos cazadores utilizan al 8x57JRS en rifle express para montería, lo cual es un acierto, pero en un monotiro lo ven mal. El por qué se debe a una maldición que algún ancestro de los de PACMA, postuló: “se debe usar el proyectil más pesado.” Esta terrible herencia no tiene ningún asidero, ya que siempre deberemos usar el proyectil más adecuado para el animal y su biotopo o hábitat. Pero no termina de calar en la mente de los cazadores, creen que cuanto más grains usen más daño harán a la pieza. No y mil veces NO.

Agujero de entrada del proyectil de 8 mm. de 140 grains Toro y un cartucho cargado con éste.

Cuanto más grains tenga un proyectil lo que asegura es una mayor penetración y para ello los fabricantes suelen, en un 99%, usar envueltas más gruesas y una aleación del núcleo endurecido. Es decir, que a más grains la camisa contenedora será más gruesa y el núcleo más duro, por tanto menor expansión.

Comparación entre el .30-06 con punta Fox monolítica de 130 grains y el 8×57 con Toro Punta Hueca de 140 grains.

El 8×57 J y posteriormente el JS, es decir sin pestaña, al ser adoptado por un ejército tan importante como el alemán, también lo adoptó una miríada de países, y tuvo una amplia repercusión en el plano del tiro y más aún, en el cinegético.

El citado cartucho, tanto en sus versiones J, JS como JR y JRS, tiene unas cualidades balísticas muy similares al .30-06. Por otro lado, de este cartucho americano salió otro, que Jack O´Connor inmortalizó y ayudó a su difusión, me refiero al .270 Winchester que con su carga de 130 grains, es demoledor y muy rasante para la caza de animales de hasta 250 kilos.

Establecido lo dicho en el párrafo ut supra: si el 8×57 (en todas sus versiones) es similar al .30-06 y éste al .270, ergo: el 8×57 es similar al .270. Más aún si en vez de la acostumbrada carga del 8×57 de proyectiles pesados de 180 y también de 196 grains, usamos un proyectil de 140 y/o de 150.

Si comparamos el rendimiento balístico del .270 Winchester con 130 grains y del 8×57 con 140 o 150 nos quedarán los resultados que se detallan en el cuadro que figura al pie de esta página.

Si comparamos los resultados del .270 con 130 grains de punta y del 8×57 con 140, vemos que son casi idénticos. Y si utilizamos proyectiles de 150 grains, el 8×57 aventaja al .270 Winchester. Entonces, viene la reflexión: Si son casi idénticos, ¿Por qué vemos al .270 Winchester como idóneo para su uso en monotiros para recechos y no al 8×57? La diferencia de criterio está dada en que muchos colegas cazadores utilizan al 8×57 con proyectiles demasiado pesados para nuestro país.

 

Con el Capreolus capreolus

El paisaje típico de pinares no es el peor escenario, ya que estos no dejan crecer casi nada de sotobosque.

Ya estoy cansado de leer en muchas revistas y más aún en páginas web de caza, que publiquen el artículo de “Cartuchos para el Corzo”, donde sólo tienen en cuenta el peso y la seudo-frágil consistencia del animal. Esto es un error grande como el palacio de Buckingham. De hecho, en todos, siempre el .243 Winchester es el calibre ideal. Sobre esto debo aclarar que no seré yo quien hable mal de este eficiente cartucho, que he utilizado en muchísimas ocasiones con éxito, inclusive con animales de la talla de un venado. Pero, en todos estos artículos no se tiene en cuenta el hábitat donde realizaremos la cacería. En varias oportunidades, hablando con colegas, me han comentado que les parecía una exageración que utilizara rifles calibres 8×68 S y .300 RUM para el corzo. Bien, estudiemos lo dicho: al cruzar por carretera Alemania y Austria vemos en sus verdes y ligeramente onduladas praderas de labor torretas de caza. Éstas siempre están medio resguardadas por las pequeñas manchas de bosque. El tiradero es casi siempre el mismo: tierra de labor. Es decir, el corzo se hallará en un terreno limpio, por tanto, si está a corta distancia con un .22 Winchester Mágnum lo abatiríamos con facilidad, hasta con un .22 LR, pero no exageremos. De hecho, es muy común en Centroeuropa encontrar monotiros en calibre .22 Hornet para este tipo de caza.

Proyectiles calibre 8 (.323”) de izda-dcha.: RWS 225 grains, RWS EVO de 200, Sellier & Bellot 200, Privi de 196, Hornady 170, Toro de 140 y Privi de 139. La clave está en utilizar los proyectiles adecuados. En este caso uso los más ligeros para colocar el 8×57 JRS a la misma altura que el .270 Winchester o el .30-06.

Pero, si nuestra cacería  se realiza en terrenos con mucho sotobosque no sería una buena opción utilizar el .22 Winchester Mágnum; .22 Hornet ni el mismo .243 Winchester, pues seguramente los precisos proyectiles de estos calibres no llegarían a destino. Más aún, durante mucho tiempo usé un rifle monotiro Fanzoj de cierre Heeren en calibre 6,5×57 R con gran éxito en terrenos limpios, pero una vez en Santo Domingo de Silos tiré a un corzo a través de hueco o agujero que se hacía entre el bosque en donde sólo le veía la cabeza y parte del cuello. Como apunté un poco más abajo en función de alcanzar el codillo, el ligero proyectil de 120 grains no llegó a destino.

Desde que en zonas de mucho sotobosque utilizo calibre “grandes” para el corzo, generalmente consigo el éxito. Además, reiterando mi teoría de utilizar el cartucho, tipo de proyectil y peso en función del hábitat, diré que los mismos que me trataron de exagerado por usar el 8×68 o el .300 RUM con el corzo, no les parece mal que cuando uno está cazando en selvas tipo la de Camerún, se dispare a los duikers, de tamaño menor que el Capreolus, con el .375 Holland and Holland Mágnum o el .416.

La clave está en la síntesis

Agujero de salida del proyectil de punta hueca de 140 grains.

El uso de cartuchos como el 8×68 S o similares en la caza, en Europa se debe no al peso o consistencia del trofeo sino a la distancia de tiro y el tipo de la zona de caza. En el caso del 8×57 con un proyectil de 140 o 150 grains, en cualquiera de sus versiones, es totalmente idóneo si la cacería se realizará en una zona sucia de maleza y en distancias entre 0 y los 250 metros, pues de este modo el Point Blank Range, 0 a 200 metros, nos dará una ventana mortal perfecta y siempre apuntaremos dentro del animal.

 

Para finalizar diré, que gracias a este desconocimiento generalizado podremos encontrar a mucho mejor precio un monotiro en 8×57 JRS que si el mismo es calibre .270 Winchester, 6,5x65R o similares.

A pesar de mi cara de susto, estaba más que feliz con este corzo abatido en Cuenca, en esta temporada, en compañía de mi amigo Antonio Reguera.

 

COMPARATIVA ENTRE EL .270 WINCHESTER Y EL 8X57 JRS

 

.270 Winchester

Peso/proyectil                                                 Vel./Inicial                                          Energía Inicial

130 grains                                                          3.100 p/s                                            2.715 p2/Lib.

150 grains                                                          2.800 p/s                                            2.612 p2/Lib.

 

8×57 JRS

Peso/proyectil                                                 Vel./Inicial                                 Energía Inicial

140 grains                                                          3.030 p/s                                            2.790 p2/Lib.

150 Grains                                                         2.910 p/s                                            2.920 p2/Lib.

 

Saúl Braceras