Cacería en Inglaterra

Animales exóticos a solo un par de horas de avión desde España

Cuando se piensa en la caza en Inglaterra, lo más habitual es que la mente vuele hacia las grandes batidas de faisanes, del famoso grouse o incluso los gansos en Escocia. Si nos centramos en los animales grandes, nuestra imaginación navega hacia los venados en Escocia o los sika en Irlanda. Sin embargo, la aventura que vamos a relatar se ha desarrollado en los alrededores de Londres, la zona más poblada del Reino Unido, con sus estrechas carreteras bordeadas de vegetación y casas cada 30 o 40 metros, donde la finca media no supera media hectárea.

Comienza la historia

Cuando se piensa en una cacería en Inglaterra, nos vienen a la mente los famosos grouses o los ciervos, sin embargo, hay allí muchos animales exóticos.

Muy temprano por la mañana Alex me estaba esperando en el aeropuerto de Gatwick. Si bien es muy joven, menos de 30 años, es uno de los mejores cazadores profesionales que tengo la suerte de conocer. Es muy buen amigo de Vanja, mi socio en la finca de Croacia y con quien cacé casi todos los animales que pueblan las tierras de Gran Bretaña, así como jabalíes en el continente.

Alex organiza fundamentalmente cacerías de corzos al rececho para alemanes, belgas y daneses. Muy selectivo con la organización, apenas acepta un máximo de dos cazadores a la vez que, felices, regresan a sus domicilios con trofeos muy oscuros y perlados, entre los cuales hay alguna que otra medalla de oro y, además, a precios accesibles.

El muntjac fue introducido en Inglaterra a través del zoológico de Londres.

Era finales de marzo y decidimos que nuestra aventura cinegética se decantaría por el chinese water deer, o venado de agua (Hydropotes inermis), un animal pequeño, más similar a un ciervo almizclero que un venado.  Nativo de China y Corea, hay dos subespecies: el ciervo chino (Hydropotes inermis inermis) y el ciervo coreano (Hydropotes inermis argyropus).  A pesar de su carencia de cuernos y de ciertas otras anomalías anatómicas, incluyendo un par de colmillos prominentes (dientes caninos hacia abajo), se clasifica como cérvido.  Sus características anatómicas únicas las han hecho clasificar en su propio género (Hydropote) así como su propia subfamilia (Hydropotinae). Sin embargo, un estudio de las secuencias del citocromo b mitocondrial lo colocó cerca de Capreolus dentro de una sección del Viejo Mundo de la subfamilia Capreolinae.  Sus prominentes colmillos  similares a los del ciervo almizclero, han llevado a que ambos sean denominados coloquialmente ciervos vampiros en áreas de habla inglesa a las cuales han sido importados.

A cada instante la naturaleza nos regalaba visiones como éstas.

Estos animales fueron introducidos por primera vez en Gran Bretaña en la década de 1870 y guardados en el zoológico de Londres hasta 1896, cuando Herbrand Russell supervisó su traslado a la abadía de Woburn, Bedford-shire.

El grueso del conjunto de la población actual se deriva de los fugitivos, con descendientes de una serie de liberaciones deliberadas. La mayoría de estos animales todavía residen cerca de la abadía de Woburn. Parece ser que la fuerte preferencia de estos animales por un hábitat particular de altas cañas y áreas de césped en ricos deltas aluviales, ha restringido su potencial para colonizar más lejos.

El chinese water deer, junto con el muntjac, son los únicos cérvidos con colmillos.

La otra especie que formaba parte de nuestras ansias venatorias era el muntjac (muntiacus muntjac) originario de India, Tibet, Sri Lanka, Sumatra y sud oeste de China. Al igual que el chinese water deer fue introducido en Inglaterra por el zoológico de Londres y por las mismas fechas. Con un peso de alrededor de 15 kilos, ocupa el tercer lugar en ser el más pequeño de la familia de los cérvidos, compuesta por 36 especies, el segundo es para el muntjac de Reeves, con 12. Su altura en la cruz está alrededor de los 55 cm. los machos y 47 las hembras. Su pelaje es castaño, oscureciéndose en la frente, mientras que el abdomen, cuello y parte  inferior de la cola son blanquecinos. Los pedicelos de la cornamenta se proyectan sobre su cara, que tiene unas astas simples aunque con pequeñas luchaderas. Destacan por unos colmillos de unos 2,5 cm. de longitud.

Manchurian sika deer.

Retornando a nuestra aventura, después de recoger a Vanja en Heathrow (por aquello de recorrer aeropuertos antes de lanzarnos al campo) nos dirigimos a la zona de los chinese water deer, una finca de un par de centenares de hectáreas con bastantes ejemplares de esta especie. Es importante destacar que en el Reino Unido, por el simple hecho de ser propietario de una heredad, se tiene derecho a cazar en la misma, ya sea individualmente o cediéndola por un precio, es decir, vendiéndola.

Esa misma tarde, tras los protocolarios saludos y explicarle a Vanja donde podríamos encontrar a los animales, el guía nos dejó solos. Iniciamos nuestra andadura a través de un bosquecillo hasta una zona de trigales delimitados por canales arbolados. Desde una pequeña loma iniciamos nuestra búsqueda con los binoculares y, al poco tiempo divisamos un ejemplar junto a unos árboles al borde de un riacho. Empezamos un rececho, pero no habíamos llegado a unos 150 metros cuando el chinese, buen trofeo pero aun joven, partió corriendo como si de una liebre se tratase. Se detuvo en un trigal a unos 350-400 metros, pero mi Blaser .243 con silenciador (como es costumbre en ese país) no era idóneo para un animal tan pequeño a esa distancia.

Alex con un formosa sika deer.

Continuamos el rececho utilizando pequeñas alturas para escondernos, pero volvimos a perderlo, esta vez a unos 800 metros. El animal se detuvo y se tumbó para desaparecer. Pero como habíamos visto donde se había tumbado, decidimos acercarnos por la orilla de un canal. Lo divisamos acostado a unos 180-200 metros. Si nos acercábamos más, seguramente huiría sin darme ocasión de tirar, como había hecho anteriormente y en ese momento ocurrió un milagro a la inglesa: un piloto deportivo con su coche y su uniforme de carreras, compuesto por botas, calcetines a las rodillas, calzones y camiseta roja, espantó al animal, que se levantó y acercó a nosotros unos cuantos metros, para pararse y seguir al automóvil con la vista. Evidentemente, ése era un espectáculo habitual para el ciervo y, por lo tanto, no lo atemorizaba, observando cómo desaparecía el vehículo detrás de una arboleda. Dejé pasar al corredor de mi línea de tiro y disparé una bala afortunada a unos 170 metros que dio con el animal en el suelo. Al hombre del coche no volví a verlo, espero que haya sobrevivido.

Japanese sika deer.

El tiro no fue muy difícil, estaba tumbado, con el rifle en el bípode y el visor en un aumento de 8. Me sentí  orgulloso y confiado, pero cuando empecé a levantarme para ir a ver mi trofeo, Alex me indicó que no me moviera porque seguramente otros animales llegarían curioseando por la algarabía. Dicho y hecho, en pocos minutos, otro ejemplar, mucho más grueso que el anterior, empezó a acercarse a nosotros.

Alex me aseguró que era de los más grandes que había visto y que le tirara. Seguro de mí mismo, después del primer afortunado disparo, lo cogí en la cruz con poca atención para lograr un fallo memorable. Así es la caza, nunca terminamos de aprender. Cuando nos acercamos al primer chinese, vimos que no era gran cosa, pero a mí me va bien. Mi hija se hizo con uno enorme el año pasado, así que tenemos un enorme ejemplar en casa. Para finalizar, y como es costumbre en Inglaterra, empezó a llover, así que llegamos al coche mojados y con barro hasta las orejas.

Un viejo muntjac a la luz del sol.

Decidimos cambiar de zona, por lo que condujimos por la noche para llegar de mañana temprano y, después de dormir en un pequeño hotel rural y comer en uno de los típicos pubs ingleses carne asada regada con cerveza densa y oscura, nos encontramos con un guía que nos llevó al área de los muntjac. Vi muchos faisanes y gansos canadienses, pero del venadito de mis sueños… nada. Más tarde, cuando llegó Alex intentamos llamarlos con un pito para corzos y la verdad es que se nos acercó a unos pocos metros un animal que parecía una rata cubierta de vegetación. Mi compañero, con gestos, me dijo que no tirara, que no era un trofeo idóneo.

Primer plano del muntjac. Nótese que la piel le llega hasta la mitad de la cornamenta.

Por la tarde fuimos al mismo sitio que, habíamos visitado por la mañana, esperé un rato hasta que al poco escuché el ruido de un coche, era Alex que venía a buscarme para conducirme a un trigal en medio del cual habían visto a un muntjac. Seguimos el curso del río arriba hasta llegar a un pequeño bosquecillo de maleza baja, en el cual hacíamos paradas cada 100 o 150 metros para iniciar nuestra llamada con el pito. De pronto vimos aparecer a un animal a plena carrera, deteniéndose a unos 10 metros de nosotros; sin embargo la maleza lo cubría impidiéndome certificar si era macho o hembra, hasta que, ya a cinco metros se detuvo en un claro, momento que aproveché para tirarle. Cuando iba a acercarme para rematarlo, Alex me indicó por señas que no me moviera…, algo se acercaba: era una monada de hembrita que nos regaló el espectáculo de contemplarla.

Típico venado inglés con muchas puntas.

Dejamos el bosque para hacernos una foto al sol que en ese momento había decidido aparecer por unos instantes y Alex decidió dejarme en una torreta a orillas de un trigal, mientras él partió con Vanja en busca de algún animal en abierto. Empezaba a anochecer cuando un muntjac salió del bosquecillo en dirección al trigal. Estaba a 200 metros y aunque no tenía una gran cornamenta, en vista de que la oscuridad se acercaba, decidí tirar.

Los colmillos del chinese water deer.

En ese momento escuché un tiro cuyo sonido venía de la zona en la que se habían apostado Alex y Vanja y eso me empujó a disparar de inmediato. Me apoyé bien y lancé un disparo largo que hizo al animal desaparecer en medio del trigal. Para que no me ocurra lo que suele suceder con los corzos, que es perderlo en medio de las pasturas, descendí de la torreta y, cuando lo encontré lo arrastré hasta la pista, donde me tumbé a esperar la noche. Fue entonces cuando, a unos 80 metros salió otro muntjac, pero su escaso tamaño me hizo desistir.

Al día siguiente preparé un estofado con mi trofeo, y fue de los mejores que probé en mi vida. Según Alex esta carne es muy apreciada y la más cara en los mejores restaurantes de Londres.

En Inglaterra son frecuentes los corzos deformes.

Además de los corzos, mi amigo PH caza un total de 11 diferentes especies en Inglaterra, incluidos manchurian, formosa y japanese, así como venados sika, inglés, escocés, blanco, el famoso Padre David, porcino, barasinga, gamo y ciervo axis.

Mi hija con un gran trofeo.

El último día, cumplido ya nuestro cupo, visitamos una de las muchas reservas pequeñas, ésa concretamente tenía 17 hectáreas, donde crían venados. También vimos los territorios de los corzos, donde había cantidad de ellos, incluso junto a las carreteras. Se ve que nadie los perturba y de furtivos… ¡ni se habla!

Ha sido toda una experiencia, cazando animales exóticos e interesantes y a solo un par de horas de avión de España.

 

Nota: Agradecemos a Safari Internacional, Sergio Dimitrijevic, Tel. 67 121 32 05;

info@safariinternacional.com – www.safariinternacional.com, la cesión del material para este reportaje.

 

Sergio Dimitrijevic