Roturas y abolladuras de vainas

Su prevención es fundamental y debemos estar alerta

Aquellos que llevamos recargando muchos años, sabemos que a las vainas no solo debemos anotar la cantidad de recargas que hacemos en cada una, sino que en el momento de recortarlas o, simplemente recargarlas, debemos hacer una inspección de las mismas. Y en cuanto veamos una rotura las descartaremos de inmediato. Claro está que un raja en el cuello no afecta a la seguridad del tirador, pero sí a la precisión y nos puede interrumpir la operatividad del arma, como veremos.

 

Roturas

En la zona del cuello es fácil que con las sucesivas recargas y recortes de las vainas, aquellas aparezcan. Podemos distinguir al menos cuatro tipos: las primeras dos son en el cuello y pueden darse longitudinales o circulares. Si bien las longitudinales podrán generar algún escape de gas, las circulares en el cuello pueden atascarnos el arma, ya que, se puede seccionar una parte de éste y quedar incrustado en la recámara. Aunque este problema tiene solución, en el momento, por ejemplo, en una cacería, es quizás imposible de arreglar y nos quedaremos sin rifle, pues no podremos introducir ningún cartucho más.

Antes que nada, deberemos limpiar el die de recalibrado a conciencia con algún disolvente.

Las otras dos son en la zona del cuerpo y también serán igualmente longitudinales o circulares. Nuevamente, esta última es la más peligrosa, ya que puede cortar la vaina, con el consiguiente escape de gases, y dejarnos parte de ésta en la recámara.

El escape de gases es algo a tener en cuenta, pues, aunque en general las armas suelen estar preparadas para esto, no nos debemos confiar. Lo que hay que hacer es revisar a conciencia nuestras vainas y eliminar sin dilación aquellas donde aparezca cualquier tipo de rotura.

Generalmente, las roturas en el cuello aparecen con un gran número de recargas. En cambio las que aparecerán en el cuerpo suelen ser productos de un falta de presión de cierre y pueden aparecer en las primeras recargas.

Asimismo, es muy fácil encontrar cartuchos recargados con ligeros bollitos en la zona del hombro. Son producto de la acumulación de grase en demasía en el die de recarga.

Lo dicho puede ocurrir por dos razones: la primera por una acumulación de grasa por las sucesivas veces que hemos usado la matriz de recarga. Y la segunda, es que, a pesar de tener el die limpio, estamos poniendo demasiada grasa en los cartuchos en el momento de recalibrarlos. Es decir, nuevamente por acumulación de grasa excesiva. Más adelante veremos la solución de este inconveniente.

 

Soluciones

Siempre deberemos llevar una cuenta de cada recarga en cada vaina y, de forma automática, descartar si son cartuchos estándar a las diez recargas. En caso de ser de tipo Mágnum, descartarlas cuando sumen cinco recargas. Evidentemente, con estos números de recarga, estaremos más que resguardados de los problemas que ha originado la realización de este artículo: las roturas en las vainas. Pero, así como muchos jamás leen un Manual de Instrucciones de cualquier cosa, al no llevar una cuenta detallada del número de recargas terminarán sucediendo la roturas descritas.

El desculotamiento es un problema habitual y que suele ser fácil de solucionar.

Para prevenir las roturas de las vainas, lo mejor es revenirlas con un soplete. Hay varios métodos y más o menos todos funcionan. Primero, con un soplete fijo acercaremos el cuello de la vaina a la flama sujetándola con nuestros dedos. En el momento en que la temperatura nos moleste dejaremos la vaina descansar, pues ya ha sido revenida.

Y en segundo lugar, y es el método que yo uso, es colocar las vainas una al lado de otra y con el soplete recorrerlas. Si esto lo hacemos en un sitio con poca luz, probaremos con la primera y contaremos hasta casi cuando aparezca el color anaranjado. En general, esto depende de las calorías del soplete, pero con uno normal de uso casero, si contamos hasta cinco podremos pasar a la segunda vaina y así sucesivamente.

Para aquellos que usan gafas, no tengo que recordarles su utilización, pero a la gente más joven… sí. Estas ya sean de tiro u oscuras normales, siempre nos aportarán ese margen de seguridad ante el escape de gases. Y así como nos protegemos nuestros oídos con cascos y/o tapones, debemos hacer lo mis con nuestros ojos. Y esto, no es broma.

En caso de que se nos quede un trozo de vaina en la recámara, no debe cundir el pánico. Muchos creen que dicho pedazo de vaina está clavada en la recámara, no es así. Lo que ocurre es que está metida muy adentro de la recámara, ya que sólo ha salido, al abrir el cerrojo, la parte del culote y poco más.

Las roturas longitudinales son las responsables de los temidos escapes de gases.

Estas vainas han perdido parte del cuello y la central, parte de éste y su hombro, esto es más problemático de quitar de la recámara.

 

 

 

 

 

 

 

Según la altura y la forma de la vaina, más cónica o más recta, veremos si con otra del mismo calibre, ésta se mete dentro del trozo que ha quedado en la recámara. Usaremos la fuerza del cierre para introducir una vaina vacía dentro del pedazo que se cortó. Ésta se clavará interiormente en dicho trozo y podremos extraerla.

Si por la forma de la vaina, una de aspecto muy recta o poco cónica deberemos buscar alguna otra de otro calibre que nos permita lo dicho en el párrafo anterior. El problema más serio es si se queda en la recámara un trozo del cuello. Esto es más grave porque dicho pedazo tendrá un interior cilíndrico, por tanto, deberemos buscar un macho de roscar, que pueda clavarse y atornillarse en éste y permita retirarlo con una baqueta por el otro lado.

Si las abolladuras aparecen de muy vez en cuando, no hay mayor problema, pero si éstas son constantes, originarán la aparición de rajas longitudinales o circulares en el hombro y/o cuello de la vaina.

Por las dudas, diré que hay que tener especial atención en no utilizar cartuchos engrasados, porque el lubricante aumenta la presión en recámara.

Como ya adelanté, la acumulación de grasa en el die de recalibrado siempre nos dejará su rastro en forma de uno o varios bollitos o depresiones. Una vez que esto ha aparecido, no tiene solución y lo veremos en el momento de sacar la vaina de la citada matriz o cuando limpiamos éstas para quitar la grasa. El bollo ya está y se va a quedar hasta que disparemos ese cartucho. Si lo dicho pasa una vez, no es un gran problema, lo será si reiteradamente nuestros cartuchos tienen abolladuras, pues éstas originarán las roturas de hombro.

La solución la deberemos emplear en el momento en que nos aparezca la primera vaina abollada o, mejor aún, limpiando con antelación el die de recalibrado a conciencia con algún disolvente. De este modo, no tendremos grasa vieja acumulada y en el momento en que, una vez limpio el die nos apareciera un bollo, deberemos hacer dos cosas: 1º limpiar el die nuevamente y 2º verificar que las vainas siguientes no tienen exceso de grasa.

En la imagen vemos cómo vainas de distintos calibres se acoplan perfectamente para poder extraer el cuerpo de otra, a través del uso de una baqueta.

Muchos recargadores engrasan sus vainas con los dedos, si esto no se hace de forma consciente, quedarán diminutos grumos de grasa, que al introducir la vaina en el die de recalibrado por la acción de la presión a la que expondremos a ésta, se concentrarán en un punto creando la consiguiente abolladura; repito, que si es esporádica no da mayores problemas.

Desde mi punto de vista, lo mejor es usar las almohadillas de engrase, pues éstas distribuyen una película de grasa de forma uniforme. Y éste es un aspecto importante para ahorrarnos problemas.

Espero que le haya sido de ayuda leer estas notas.

 

Saúl Braceras