¿Cómo mueren los animales?

“y… pregúntenle a las balas”

Era finales de un mes de marzo, unos cuantos años atrás, en el coto “Cañadón Baguales”,  junto al fuego del campamento en una noche muy fría, empezamos una discusión con la siguiente pregunta: ¿Cómo mueren los animales? Nicanor Paiva, chileno de nacimiento, pero argentino por haberse aquerenciado en nuestro hermoso sur desde niño, nos miraba con ojos de criollo pícaro a la vez que comentaba: ” y… pregúntenle a las balas.” En realidad, estábamos festejando con asado y excelente vino, un soberbio “colorado” de 14 puntas de cuerna oscura, gruesa, con largos candiles que yo había cazado esa mañana apenas amanecía, cerca de las orillas de un arroyo, con un disparo de mi .300 W Mag., con una punta Nosler “partition” de 180 Gr., y pólvora IMR-4350, atravesando en forma casi diagonal al ciervo, interesando ambos pulmones. El tiro fue a unos 180 metros aproximadamente, no había forma de acercarnos más, era necesario vadear el río y si dábamos un rodeo muy grande, el animal empezaría a subir el cerro, como lo hacen todos los días más o menos a esa hora, y lo perderíamos.

Lago Huechulafquen. Lago Huechulafquen.

Con Nicanor evaluamos el trofeo con los prismáticos y me decía: “Es de los buenos, Che  (él me llamaba “Che”, como nos llaman los chilenos a los argentinos, y yo lo llamaba “Chato”, apodo muy usado en nuestro sur para referirse a las gentes que viven en la provincia del Neuquén; de la mano de este hombre aprendí a cazar ciervos desde muy joven en nuestra hermosa Patagonia). “Vas a tener que tirarle desde aquí, no-más*. . . “

Acusó el impacto con un gran salto, agachó la cabeza y emprendió veloz carrera directa al monte; una vez que vadeamos el arroyo, Chato encontró el primer rastro de sangre (lo que calmó mi ansiedad) y mientras decía:”Mirá, es rosada y espumosa, le diste en los pulmones, no debe andar muy lejos.” Efectivamente, su carrera no había sido de más de 150 metros.

Río Chimehuin.

Continuando con los comentarios de la cacería, alrededor de la fogata, no tardaron en salir las expresiones tan usadas por los americanos: “Killing power” y “Shocking power”, términos que definen bastante bien cuál fue el efecto más importante que causó la muerte del animal.

El “shocking power”, se refiere al factor sorpresa. El animal es sorprendido por el estampido y el impacto, pasa de un estado de tranquilidad total a uno de shock violento instantáneo, y la sobrecarga de emisiones a su cerebro provoca su destrucción. A modo de ejemplo, algunas veces podemos ver en la caza menor (liebres) que, luego de un disparo con perdigones, ninguno de esos proyectiles llegó a tocar algunos de los órganos vitales, simplemente se encontraron apenas debajo de la piel, sin embargo, la liebre cayó muerta.

El “Killing power” es inherente a las condiciones balísticas de nuestro proyectil, es decir, un peso a una determinada velocidad. Pero no es tan simple, primero debemos hablar del lugar de impacto, qué órgano vital o no fue interesado,  qué grado de incapacitación provocó (balística de efectos). No podemos olvidar el tipo de punta empleada, es decir, el peso, su forma, si es altamente deformante o no, la penetración con respecto al cuerpo del animal a cazar, si es del tipo “partition” con excelente respuestas en penetración y deformación, debido a su conformación (una cabeza de fácil deformación y un núcleo trasero duro que sigue empujando para lograr la penetración deseada), etc.; y por supuesto la velocidad a la que viaja dicho proyectil es de fundamental importancia. Una de las formas de expresar la energía es justamente una fórmula en donde la velocidad interviene en forma cuadrática, Ec= ½ mv2,   así que es fácil imaginar que en los calibres Magnum, con elevadas velocidades, al aumentar la velocidad, la Energía Cinética de ese proyectil aumenta en función al cuadrado de la velocidad.

Acechando a los colorados.

Tampoco debemos olvidarnos de analizar la relación “Calibre-Peso del animal”. Si disparamos a un antílope con un .375 H&H Mag. estaremos planteando una grosera desproporción entre el peso del animal y el calibre utilizado, y por supuesto el “killing power” será superlativo. En el caso contrario, si disparamos sobre un ciervo colorado con un .243 W. es probable que el “killing power” quede corto o muy limitado para abatirlo. En este tipo de análisis es necesario dejar de lado los imponderables, que siempre acompañan a los lances cinegéticos, por supuesto que de pura “suerte” podría abatir un gran ciervo con un pequeño calibre, pero éste no es el motivo de nuestro análisis. Para ello es necesario recordar que los animales, al igual que los humanos, están constituidos un 65% de líquido y el resto es sólido, por lo tanto, al recibir el impacto del proyectil, se produce una especie de transmisión hidráulica a través de las arterias, los vasos, venas y capilares, y debido a la incompresibilidad de los líquidos, es que revientan, y se producen sangrados por lugares alejados del impacto, es lo que llamaba “Onda hidráulica”. El famoso John “Pondoro” Taylor, en su libro “Rifles y Cartuchos Africanos” se explaya profundamente en esta observación, la transmisión hidráulica a partir de recibir el impacto el animal en su cuerpo (Balística de  Efectos).

Transporte patagónico.

También debemos tener en cuenta de manera fundamental qué órgano se impacta, pues no es lo mismo un disparo en el corazón, en los pulmones, los grandes vasos o el hígado. Cada uno de estos órganos, al ser impactados por un proyectil, produce en el animal una respuesta diferente, es decir, acusa de distintas maneras un impacto. Las consecuencias son distintas, también lo es el sangrado.

Sintetizando, podríamos enumerar los principales órganos, efectos, consecuencias y calificación del lugar elegido:

 

 

1- Encéfalo (cerebro y cerebelo):

Muerte e incapacitación instantánea.   El animal queda en el mismo lugar donde recibe el impacto.

Blanco: Muy pequeño, no es buena elección, además destruiría el trofeo en algunos casos (en un ciervo podría llegar a separar las cuernas).

2- Corazón:

Muerte por shock cardiogénico casi instantánea, no superaría el minuto.  El animal podría desplazarse muy pocos metros.

Rastro de sangre: Mixta, puede ser venosa o arterial.

Blanco: A pesar de obtenerse excelente resultado, el corazón es un lugar difícil de impactar, y si el tiro se adelanta un poco erraremos fácilmente.

El ciervo del relato.

3- Pulmones:

Muerte por encharcamiento sanguíneo de los pulmones y la consiguiente asfixia.

Tiempo de muerte (en lesión pura) de 3 a 5 minutos.

Rastro de sangre: Rosada y espumosa.

Blanco: Excelente elección, es un blanco bien grande y de fácil identificación; un animal con sus pulmones impactados es muy poco lo que podrá desplazarse y el rastro de sangre casi seguro será importante. Además, si el tiro nos sale un poco alto daremos en la espina; si nos sale bajo podremos dar en el corazón o grandes vasos; si nos sale adelantado daríamos en los grandes vasos, y en el caso de quedar algo atrás impactaríamos en el hígado.

4- Grandes Vasos:

Muerte por shock hemorrágico.  Pérdida muy grande del volumen sanguíneo y una importante caída de la tensión arterial que impide la llegada del oxígeno a los órganos vitales (corazón, cerebro, riñones.)

Tiempo de muerte: Es función de cuál y cuántos son los vasos impactados, pero puede ser de 5 a 20 minutos.

Blanco: Muy buena elección, sobre todo si se trata de los grandes vasos que suben del corazón y los pulmones (base del cuello.)

Rastro de sangre: Como hay grandes vasos venosos y arteriales puede ser roja brillante o roja oscura.

5- Hígado:

Muerte por desangrado, por lo general de manera lenta.

Blanco: Pertenece a la categoría de “tiros sucios”, que ningún cazador desea, pero que por desgracia a veces suceden, y traen aparejados rastreos largos y penosos.

Rastro de sangre: Roja oscura, a veces algo verdosa si se tocó la vesícula.

6- Espina:

Incapacitación casi instantánea por parálisis.

Blanco: Muy buscado por los cazadores (en los colorados a la base del cuello). Personalmente prefiero tirar a los pulmones, aunque tengo algunas experiencias de disparos desde atrás al centro de la cola, con resultados sorprendentes (con proyectil de buena penetración).

Trasladando estos análisis a un caso práctico y real de caza debemos imaginarlos combinados, no como lesiones puras, aumentando la incapacitación y los efectos de “killing power”, pues es sumamente común afectar a dos o más órganos simultáneamente con un disparo, y esa suma de efectos acelera el abatimiento de la pieza.

Nótese el agujero de salida en los pulmones.

Como ejemplo viene justo el recuerdo de un jabalí que cacé no hace mucho, probando la munición Fail Safe de Winchester, 180 Gr. calibre .300 W. Mag., el tiro le entró de frente y en diagonal, un poco bajo, partió la parte superior del corazón, la mitad de un pulmón, rompió grandes vasos, hígado, salió por el bajo vientre y volvió a penetrar en el jamón opuesto, partiendo el hueso. Por supuesto, el animal apenas si se movió 15 metros. Una suma de efectos incapacitantes, evidentemente una excelente elección en cuanto al calibre con respecto al peso del animal, además de un tiro certero.

Matar a nuestro trofeo de la manera más rápida y provocando el menor sufrimiento posible, será la manera más ética de practicar el noble deporte de la caza.

 

Jorge Borque