Proyectiles Fox
Un peldaño más hacia la perfección
Los proyectiles de cobre comenzaron a aparecer hace unos cincuenta años y lo hicieron de forma tímida y artesanal, eran para suplir aquellos cuyos diámetros habían quedado fuera de la red comercial. En general, se usaron en grandes calibres africanos; de hecho, en Cambaco, Caza peligrosa en Mozambique, del gran cazador lusitano, José Pardal, más conocido por sus amigos como el Mese Ze, en su edición española de 1992 en el cuadro seis vemos los proyectiles de cobre puro que él hizo hacer en un torno ante la ausencia de éstos.
Pero la historia no empieza allí
Sino mucho antes, con el teniente Coronel Nicolás Lebel, del ejército francés y miembro de la comisión que eligió el primer fusil para pólvora sin humo, calibre 8 mm., en 1884, que tomaría su nombre al ser adoptado en 1886. El arma en sí era una combinación del cerrojo Gras y el cargador tubular del fusil austríaco Kropatschek. Este fusil utilizaba un proyectil que se lo denominó en época Balle D; fue introducido en 1898 y utilizado hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial. Su novedad consistía en que usaba como material para sus proyectiles el cobre. Éste, durante la Primera Guerra Mundial, fue rescatado de las líneas eléctricas de los tranvías de París y de otras grandes ciudades francesas. Por tanto, era un proyectil que hoy denominaríamos monolítico.
En el plano comercial, Fred Barnes, fundador de la compañía de proyectiles homónima, inició la fabricación de monolíticos de cobre para caza en 1979. Tuvo una acogida fría, pero siguió, y hoy son muchos los fabricantes internacionales que han seguido esta brecha, ampliándola.
En España fue la firma Toro quien hizo una larga serie de diferentes proyectiles, con varios pesos y tipos.
FOX Bullets Classic Hunter
Esta es una empresa radicada en Kolovrat, 5000 Nova Gorica, Slovenia, y podemos beneficiarnos de sus productos gracias a la Armería Izquierdo de Socuéllamos.
Sus nuevos proyectiles están hechos de una aleación de cobre y zinc (CuZn10), para entendernos: latón, lo que asegura una deformación en forma de seta con un alto poder de parada en el trofeo. Las ranuras, a modo de engrasadores -si fueran proyectiles fundidos-, en el cuerpo de proyectil disminuyen el área de contacto entre la bala y el cañón. Esto tiene dos vertientes positivas:
1º Al disminuir la superficie de rozamiento se baja la presión en recámara.
2º De esta disminución del rozamiento ganamos un menor índice de residuos metálicos en el cañón.
En cuanto a peso, teniendo en cuenta que el específico de esta aleación es menor que el del plomo, debemos usar un cálculo aproximado y quitar un 20% del que usualmente utilizamos en proyectiles con núcleo de plomo y envuelta metálica. De este modo, utilizaremos unos proyectiles cuya longitud total será parecida a los que usamos normalmente. Como ejemplo, si en un calibre .30 nos decantamos por proyectiles de 165grains, en un monolítico deberíamos hacerlo por uno cuyo peso se aproxime a los 130.
El nivel de deformación se determina por el diámetro del agujero en la punta del proyectil. Éste tiene una profundidad de un tercio aproximado a la longitud total del mismo. Tengamos en cuenta que el latón es un material maleable, no tanto como el cobre, pero fácilmente adoptará la forma característica de seta que aumenta notablemente los daños en los tejidos por los que pasa.
Tiene la apariencia típica redondeada, acabada en una punta de polímero. Al impactar contra el objetivo, la parte superior de la bala se deforma adoptando el perfil de seta con un diámetro aproximadamente el doble del calibre bala. De este modo, el proyectil asegura el suficiente daño como para abatir al animal, pero al mismo tiempo proporciona una alta conservación de la carne. En este caso aporta un punto positivo más: al desgajarse poco, menos que como suele ocurrir con los proyectiles con núcleo de plomo y envuelta metálica, no deja muchos restos de material entre los tejidos y, por supuesto, no hay plomo. Y una buena prueba de lo dicho es que, en condiciones normales de penetración la bala conserva más de 95% de su masa. Si el disparo se coloca en la zona del pecho, la presa cae abatida al instante o hace un corto recorrido dejando atrás un rastro de sangre muy visible, ya que suele traspasarla.
Ante una poderosa resistencia ante el paso del proyectil dada por una piel extremadamente dura o huesos, la forma de seta del proyectil expandido, puede en ese momento desprender partes de ésta, bajando su porcentaje de retención a un 80 u 85% en la última parte de su viaje a través del cuerpo de la pieza.
Por último, la precisión es admirable, lo cual es lógico porque estos proyectiles son el fruto de maquinaria CNC y, por tanto, son perfectos.
Se los fabrica en los siguientes calibres: 270 (.277) – 130 gr; 7 mm (.284) – 130 gr; .30 (.308) – 130 gr; .30 (.308) – 150 gr; 8 mm (.323) – 160 gr; 8 mm (.323) – 180 gr; 9.3 mm (.366) – 220 gr. Y a partir de febrero de 2017 se amplía la gama a: 5,6 mm ( .224 ) 50 gr; 5,6 mm ( .224 ) 55 gr; 6 mm ( .243 ) 80 gr.; 6,5 mm (.264) 100 gr. y 6,5 mm (.264) 123 gr.
Las puntas vienen en cajas de 50 unidades. Una buena noticia para el sacrificado grupo de recargadores españoles.
Nota: agradecemos a Armería Izquierdo, C/Muñoz Grandes, nº6, 13630 Socuéllamos (Ciudad Real), tel: 926 53 11 46, la cesión del material para la redacción de este reportaje. Para más datos los puede ver en www.a-izquierdo.es