El camuflaje y su aplicación

Un extra en la práctica de la actividad venatoria

Hace ya tiempo que los camuflajes se están imponiendo en el mundo de la caza, muy especialmente en el rececho de ungulados y los de gallos lira y urogallo, así como en algunas situaciones como puedan ser las tiradas de anátidas. No se trata de una moda conceptual en el sentido de asociar el camuflaje a “el cazador empedernido” como se relaciona el militar con lo militar, sino más bien de aportarle un extra de prestaciones en la práctica de la actividad venatoria.

Los camuflajes empezaron a desarrollarse en los ejércitos de muchos países. Ya en la Segunda Guerra Mundial su aplicación fue intensa según en qué escenarios y batallones.

Sin embargo, muy a pesar de lo que muchos cazadores opinan o usan, el camuflaje llamado ”militar” no ofrece ninguna ventaja para la práctica de la caza, más bien lo contrario.

Los ocultamientos de caza efectivos empezaron a desarrollarse en Estados Unidos, donde diversos tipos de actividad venatoria exigen una máxima mimetización con el entorno al efectuarse los tiros a muy corta distancia, por ejemplo para los pavos silvestres, patos y, últimamente, para los arqueros.

Las patentes más difundidas son el Mossy Oak, con diversos colores en función de la cobertura vegetal y estado del follaje según la época del año, el Real Tree con iguales prestaciones y colores diferenciados, y últimamente el Optifade, que es un camuflaje pixelado que parte de un estudio científico sobre la visión de los ungulados. Este último es muy eficaz para este grupo de animales,  sin embargo no lo es para las aves. Los camuflajes permiten una aproximación máxima a los animales recechados. Si se trata por el contrario de hacer una espera, tanto mejor, ya que algunos de ellos son tan eficaces que difuminan por completo la figura humana. Insisto en el hecho de usar el que más se adecúe al entorno, por ejemplo, un camuflaje de invierno en blanco no sería de utilidad en el otoño y uno de otoño, obviamente, sería muy poco eficaz sobre un manto blanco de nieve.

Por otra parte, cada vez más se imponen aquellos en combinación con el color naranja fluorescente de seguridad. A pesar de que pueda parecer una contradicción, esta composición es muy efectiva, en tanto que los ungulados no perciben el naranja; de hecho, es el mejor color que se pueda usar para pasar desapercibido por estos animales. Está indicado especialmente para las batidas, al ser una tonalidad de mucha visibilidad en espacios de cobertura vegetal densa aportando nitidez  al ojo humano e invisibilidad a para los suidos, cérvidos o caprínidos.

Raúl Crespo de Eván