Barnes TSX Tripple Shock

Toda una historia detrás de la superación

Fred Barnes fue un cazador y tirador que en 1932 no encontraba los proyectiles que necesitaba y decidió diseñarlos y producirlos. Rápidamente, el círculo de amigos que los utilizaba para el wapití y ciervos cola blanca fue creciendo, entonces decidió acometer su idea como una industria. No debemos olvidar que la recarga de munición metálica estaba en pañales y Fred Barnes se convirtió en el primer suministrador de proyectiles custom en los Estados Unidos y, por entonces, en la única firma privada que sólo se dedicaba a ello. El éxito económico llegó y Fred Barnes decidió vender su empresa, los nuevos dueños cambiaron su nombre a Colorado Custom, pero cuando nuevamente fue vendida los nuevos propietarios, Randy y Coni Brooks, volvieron al viejo y conocido nombre de Barnes Bullets y se mantuvo la línea de producción que hasta entonces había sido su sello de calidad. Pero, los tiempos cambian y en una cacería en Alaska, Randy pensó en variar la filosofía de utilizar una envuelta metálica y un núcleo de plomo por el uso de un único metal maleable que ofreciera la suficiente expansión y dejara atrás el inconveniente de la pérdida del núcleo y su posterior fallo en cuanto a penetración al mermar su masa.

Las ranuras hacen que, a igual peso del proyectil, éste sea más largo favoreciendo el Coeficiente Balístico, minimizan la superficie de rozamiento entre éste y las estrías, facilitando su imprimación, reduciendo la presión en recámara y, al tener menor contacto, merma el encobramiento del ánima.

Los primeros proyectiles fueron hechos manualmente, el primero que se probó fue uno en calibre .375 de 270 grains monolítico de cobre, fue utilizado en una cacería de oso pardo en Alaska. El proyectil hizo lo que se esperaba y con el tiempo se fue puliendo más y más la idea que concluyó en un proyectil llamado X-Bullet.

 

Una idea nueva  en un concepto antiguo

El uso de un único metal para fabricar proyectiles de armas nitro viene desde el primer momento en que apareció este tipo de deflagrante, al que nuestro siniestro Reglamento caratula de explosivo.

Hacia 1880, el científico francés, Paul Vielle, desarrolló la Pólvora Sin Humo llamada así para diferenciarla de los efectos de la pólvora negra utilizada hasta entonces desde comienzos del siglo XIV. Su nombre oficial fue Pólvora B, en honor del General Boulanger, quien presidía la comisión.

El primer fusil que utilizó este deflagrante fue desarrollado por el teniente coronel del ejército francés, Nicolás Lebel en 1884, su calibre fue el 8×50 R homónimo y utilizaba el cerrojo  del fusil Gras 1871 y un cargador tubular del austriaco Kropatschek. Después de varias pruebas fue adoptado como Lebel M1886.

Proyectil TSX de 150 grains Cola de Bote comparado con uno cortado seccionalmente en la ojiva. El agujero en la boca mide 1,07 mm. y se va reduciendo hacia el interior hasta convertirse en un pelo de fractura

Pero volvamos al cartucho, rápidamente, se dieron cuenta que a la velocidad de salida del proyectil, éste no podía ser de plomo endurecido como los usados en las armas de pólvora negra, y aunque ya para ese entonces se empezaban a utilizar envueltas metálicas (en 1878 en Gran Bretaña se adopta el .303 British cargado con pólvora negra y proyectil con envuelta y en España el Remington 11 mm. “Reformado” por Friere y Brull también la llevaba), pero lo dicho complicaba la producción masiva y se decantaron por el uso de un proyectil monolítico de cobre en la temprana fecha de 1886.

Desde entonces, el uso del cobre y el latón en proyectiles monolíticos y pensados para penetrar se mantuvo en un estadio casi artesanal. No olvidemos el exquisito libro de José Pardal, Cambaco, donde nos cuenta que a falta de proyectiles blindados recargaba su rifle con puntas hechas a torno en cobre y, de hecho,  se ve una fotografía en el cuadro nº3, proyectil nº 36, donde éste ha sido utilizado dos veces en la caza del elefante al haber sido recuperado una y otra vez.

En cuanto a su utilización masiva comenzó con los de Barnes Bullets y ello empujó a otras firmas como Winchester a sacar su propio producto, FailSafe, y así otras.

 

Proyectiles TSX

Fueron introducidos en 2003, recuerdo la presentación oficial en el Shoot Shot de aquel año donde el recibimiento no fue el esperado, ya que todos los presentes pensábamos que serían demasiado duros para expandir convenientemente o que atascarían los cañones con la gran cantidad de residuos de cobre que dejarían en las estrías. Pero, la realidad es la única verdad, y cuando uno los prueba, comienza a dejar de lado los prejuicios y se queda con los hechos.

Todo esto nos ha conducido a que con los años se han transformado en las puntas más populares de la firma. Sin duda, lo han logrado a base de los éxitos conseguidos tanto en precisión como en poder mortífero.

El TSX aporta varios aspectos positivos, ya que en su estructura encontramos lo siguiente: A) Cola de bote. B) Ranuras o aliviaderos de rozamiento. C) Punta Spitzer Hueca. Y D) Cobre puro.

 

Cola de bote

Su uso ayuda a la estabilización del proyectil pasados los 200 metros. Asimismo, aporta una línea esbelta que da mayor Coeficiente Balístico. A mayor masa, mayor densidad a igual volumen. Pero al hablar de densidad “seccional” no es sobre volumen sino sobre la superficie que incide dicho peso y su fórmula es: peso del proyectil en libras dividido por el diámetro en pulgadas2. Una libra son 7.000 grains y si tomamos un proyectil calibre .308 de 180 grains, el cálculo es el siguiente: 180/7.000 = 0.0257142  El calibre en pulgadas2 (.3082 = 0.09486). Entonces, 0.0257142 dividido 0.09486= .271 (ver cuadro).

Comparativa entre el proyectil TSX intacto y el recuperado de la gelatina balística.
Obsérvese la rosa de expansión del proyectil recuperado

Si tomamos dos proyectiles del mismo material, por ejemplo, plomo y del mismo diámetro, pero los dos difieren en su longitud, ya que uno es de punta redonda o truncada y el otro es aguzado o Spitzer. Al ser disparados a igual velocidad inicial (V. I.), el de mayor longitud (Spitzer) tendrá un alcance superior que el más corto (punta redonda), simplemente por tener mayor Coeficiente Balístico (C.B. de un proyectil es un valor numérico que describe la capacidad que tiene ese proyectil en atravesar el aire, esto depende de su forma, peso y longitud. A mayor C.B. de un proyectil menor deceleración por la resistencia del aire y manteniendo una rasante superior) y también se desprende que obtenemos más penetración.  De esto podemos sacar la conclusión que entre un proyectil del mismo peso, pero uno con envuelta normal y núcleo de plomo y el otro de cobre puro (material más ligero que el plomo), por ejemplo, Barnes TSX, será más largo y tendremos mayor C.B.  Seguimos con estos proyectiles variando el peso, aunque mantenemos el mismo C.B., por ejemplo, el de envuelta normal de 150 grains y el de cobre de 130, éste tendrá la misma trayectoria y penetración, con menor peso y retroceso del arma.

 

Ranuras o  aliviaderos de rozamiento

Esto tiene dos funciones: hacer que a igual peso del proyectil éste sea más largo y favorecer así el C.B.; en segundo lugar, minimizar la superficie de rozamiento entre éste y las estrías de cañón. Con esto ganamos dos cosas: A) facilitar la imprimación de las estrías, reduciendo en dicho instante la presión en recámara. B) al tener menor contacto se merma el encobramiento del ánima.

 

Punta Spitzer Hueca

En este punto radica la capacidad de expansión controlada y, a su vez, la capacidad de penetración del proyectil Barnes TSX. En la boca del agujero mide 1,07 mm. y se va reduciendo hacia el interior hasta convertirse en un pelo de fractura.

 

Cobre puro

Su uso es muy importante, pues asegura una expansión controlada, no hay explosión ni pérdida de pétalos en el momento de la expansión. Esto no ocurre con otros materiales más cristalinos, donde, si recuperamos una punta, veremos que faltan trozos enteros. Este efecto de metralla particularmente no me gusta, pues al haber pérdida de peso merma la penetración y al modificarse la forma del proyectil puede seguir otra trayectoria que la inicial.

Insisto, el uso del cobre es un acierto.

 

La prueba

Utilicé uno de mis rifles preferidos: monotiro Jeffery con acción Martini en calibre .300 Holland and Holland Mágnum. Mi decisión se basó en dos motivos: excelente precisión con un cartucho magnum y un cañón larguísimo de 71 cm., esto último me permitiría ver mejor el efecto del encobramiento entre el proyectil Barnes TSX y uno estándar de envuelta de cobre y núcleo de plomo endurecido.

Un grupo de tres disparos con el Jeffery .300 H&H con proyectil TSX de 165 grains a 100 metros

Hice tres cargas de 71, 72 y 73 grains de Tubal 8000, pistón CCI Mágnum y el proyectil Barnes TSX de 165 grains obtuve un promedio de velocidad inicial de 900 m. (2.952 p/s), 915 (3.001) y 932 (3.057) respectivamente y con la más baja (71 grains) una precisión fantástica de tres disparos en 16 mm. a cien metros. Las otras dos (72 y 73) abrían a 19 y 23 mm., lo cual no está nada mal. Pero siempre preferiré precisión a mayor velocidad inicial, pues en tantos años de caza me he dado cuenta que los animales no llevan cronógrafo.

La expansión de los proyectiles obtenidos prácticamente duplica su diámetro, y si los pesamos veremos que mantienen el 99,9% del peso original mientras que la cesión de energía es enorme y tiende al 92%. En cuanto a la caza, los proyectiles Barnes TSX Tripple Shock la atraviesan de lado a lado, dejando un canal enorme que facilita la hemorragia, provoca una muerte súbita y en caso de tener que rastrear será más fácil. Pero, la prueba definitiva vino de la mano de una invitación para abatir un corzo defectuoso y en una tarde de viento y frío en los Montes de Toledo se dejó ver a 178 metros medidos con el Bushnell Fusion 1600. Me felicité de haber llevado el .300 H&H, pues el proyectil de 165 grains se desviaría menos que uno de 120 del 6,5. Me apoyé en la mochila y el Jeffery bramó con fuerza. La distancia me permitió, a través del visor, ver el efecto devastador e instantáneo. Una vez en el sitio, pude comprobar la expansión en un cuerpo tan pequeño como el de un corzo. Evidentemente, estos proyectiles dan mucho juego ya que se comportan como uno muy blando, pero de gran penetración.

En cuanto al encobramiento no he notado que sea mayor que el que se origina con proyectiles de envuelta y núcleo estándar.

Finalizo: me ha gustado mucho el proyectil Barnes TSX de cobre puro y punta hueca por su capacidad de expansión y gran penetración al no perder su masa inicial. Además, a igual peso que una normal obtenemos más densidad seccional y mayor Coeficiente Balístico, por tanto, si lo deseamos podemos bajar el peso en las Barnes Tripple Shock y obtendremos el mismo resultado que uno mayor en proyectiles estándar con núcleo de plomo, con lo cual también reducimos el retroceso del arma.

Saúl Braceras