Miras, visores y apuntadores para armas cortas

Un mundo cada vez más especializado

Durante años las miras para las armas cortas se redujeron a la mínima expresión, desde una simple canaleta en el martillo, como en los primeros revólveres Colt de avancarga o en los Lefaucheaux, a una en el armazón hasta casi finales del siglo XIX, cuando comenzaron a aparecer las regulables en los revólveres Smith & Wesson Russian New Model. No obstante, aún en la actualidad podemos encontrar a las primeras.

Las miras regulables supusieron y suponen un gran avance, pero gracias a éstas nacieron más y más aditamentos, como el punto de mira Partridge, que mejoró la adquisición de ésta, pero siempre obligaban al ojo del tirador a columpiarse entre el alza, punto de mira y objeto. Esto empeora si tenemos deficiencias en la vista o las condiciones de tiro son malas por una baja luminosidad o el apremio de una adquisición rápida del blanco.

El visor telescópico en las armas acercó las distancias

A comienzos de la década de 1960, en el departamento de Marines de los EE.UU se comenzó a estudiar miras para rápida adquisición del blanco. Los primeros estudios eran una simple línea blanca sobre una rampa que se empequeñecía hacia la boca del cañón. Estos desarrollos culminaron hace unos años en conjuntos de miras de tres puntos de tritio que mejoraban notablemente la adquisición del blanco, aún en bajas condiciones lumínicas.

Antes, en la década de 1960, aparecieron visores telescópicos para armas cortas que aportaban pocos aumentos para no entorpecer el disparo, pero sí servían a la perfección para colocar retícula y blanco en un solo plano. Recuerdo que en 1972, monté en un Smith & Wesson modelo 27, calibre .357 Remington Mágnum con cañón de seis pulgadas, un visor Leupold de 2 aumentos y, aunque me llevó mucho tiempo controlarlo cuando tenía disparar sin ningún tipo de apoyo, la precisión en general mejoró mucho a gran distancia, como los son 100 metros donde podían hacer consistentemente grupos de 18 cm. con seis disparos. Posteriormente, hice otro tanto con un S&W modelo 29 en .44 Remington Mágnum y otro visor igual.

Estas ayudas ópticas son similares a las de rifle salvo por distancia focal más larga, usualmente sobre los 51 cm. en las de armas cortas. Este detalle, que suele pasar inadvertido, es el único inconveniente, pues dicha cota achica el campo visual que el tirador recibe a través de la óptica. También, muchos dicen que los visores telescópicos son aparatosos, aumentan el peso y le quitan la practicidad al arma corta. Es verdad, pero siempre será más compacta y ligera que una larga. Sí, debo decir en su contra, que carecen del alcance, potencia y penetración de un arma larga. No obstante, para la caza mayor de especies europeas en distancias no superiores a los 100 metros se bastan y sobran.

El Aimpoint Micro es un visor de punto rojo muy adaptable a cualquier tipo de arma larga o corta, como vemos en este Smith & Wesson

En este campo, al igual que en la caza con arma larga, debe primar una combinación perfecta de potencia y precisión, ambas tendrán que ir juntas, ya que por separado nos faltará capacidad de penetración y destrucción de tejidos y sin la otra no alcanzaremos las zonas vitales, corriendo el riesgo de herir a la presa.  En mi caso, he tenido la oportunidad de cazar bastante en el extranjero con un revólver S&W modelo 29 del .44 Remington Mágnum, sobre todo en Argentina y Francia y nunca me he arrepentido de haberlo llevado en vez de un rifle. Sin embargo, en el campo de tiro podemos fallar, no siendo muy buenos tiradores y pasarlo bien, en la caza mayor no, pues de nuestra escasa precisión devendrá la posibilidad de herir a la fauna. Y repasando lo dicho, si para cazar con arma larga hay que practicar tiro, para hacerlo con arma corta mucho, muchísimo más.

En España, en la actualidad no se concibe un rifle de caza sin visor telescópico. Por todo esto, si las miras telescópicas para armas cortas no han proliferado como hubiesen debido, es por la reglamentación que prohíbe el uso de éstas en la caza, ése es el motivo y no otro.

 

La electrónica irrumpe

Hacia 1970 se inició la andadura de los visores de punto rojo, siendo todo un hito cuando el sargento (R) Joseph Pacarelli ganó el concurso de Camp Perry en 1979 con un Aimpoint en su pistola Colt 1911, calibre .45 ACP. A partir de entonces llegó la especialización y sofisticación de los sistemas, desarrollándose visores holográficos, como el Bushnell Holosight.

Estos accesorios son lo último con que los fabricantes de visores han obsequiado a los tiradores. Están basados en tecnología militar para la proyección de imágenes (HUD), esto se inició en los aviones de combate y se trata de enviar una imagen de la retícula sobre una lente. El sistema es determinante para la alineación del ojo del tirador y la retícula.

Las alzas regulables fueron un gran cambio en la precisión

En primera instancia se utilizaron para armas cortas, pero se vio que se podían acoplar a armas largas y ser utilizadas en monterías o, inclusive rifles de caza peligrosa o montadas sobre escopetas en el tiro al vuelo. Sintetizando: son muy prácticos para el tiro rápido debido a la fácil adquisición de retícula y blanco sin ningún inconveniente con el paralaje.

Los apuntadores laséricos dieron un giro más a favor de una precisión rápida, y agregaron algo más, la intimidación que da verse apuntado. Es lo que ocurre en las películas cuando vemos sobre el malo los puntos rojos de los buenos…, como para pensárselo. Le está avisando que por donde va, no es bueno.

Suelen ser pequeños, fáciles de manejar y con precios muy competitivos. Su éxito ha sido tan grande que, firmas como Smith and Wesson lo ofrece directamente en sus productos. Por citar uno, el .38 Bodyguard.

De este modo, hemos visto a vuelapluma diferentes ingenios desarrollados para las armas cortas y, en general, que permiten un uso más confiable.

 

Saúl Braceras