Cacería de patos en las lagunas de Venecia

Un ejemplo de excelente gestión cinegética

Sergio Dimitrijevic

Solo tenía 12 años cuando empezó mi locura por la cacería de patos y ahora, a una edad tardía que no confesaré, sigue siendo mi preferida. Según mi opinión, una buena mañana en la marisma supera cualquier trofeo de caza mayor, y esto lo dice alguien que ha recorrido el mundo en esta última modalidad.

El pato se desenvuelve muy bien en el agua, donde se lo ve sereno, seguro y elegante, pero su andar en tierra es torpe y descuidado. Se distingue por su pico ancho y plano, su cuerpo redondeado, y sus patas cortas y palmeadas. Su nombre científico es Anas platyrhynchos, y es un ave del orden Anseriformes, perteneciente a la familia Anatidae, compuesta por unas 150 especies.

Fui tras ellos en varios países de Asia, América y Europa, quizás de la que guardo un impresionante recuerdo es aquella de Mongolia, con sus enormes lagos en el norte, pero también en los pequeños de pocas hectáreas en medio de la estepa con miles y miles de cercetas, ánades y carretonas; el lago Sari Su, en Azerbaijan, con más de un millón de ejemplares o el lago Paleostomi en el Mar Negro, en Georgia, un espejo de agua de turbera con una enorme concentración de cercetas y azulones durante los meses invernales.

¡Qué decir sobre el delta del río Ural, en la frontera entre Kazajistán y Rusia o el del río Kuban sobre el mar de Azov con azulones y muchos porrones europeos y negros, ¡con cercetas de todas partes! O de Armenia, con sus ejemplares exóticos, malvasías y patos colorados. Recorrí Montenegro al paso de carretonas en el lago Di Scutari y las salinas de Ulcini, y llené perchas en Ecka y Labudovo Okno en Serbia, por no hablar de Argentina, en las zonas de Entre Ríos y Peguajó. Todos estos lugares me vieron exultante, feliz, con aves que se iban sumando a mi larga vida de cazador de patos. Pero a todos estos lugares pondría en primer lugar las lagunas de Venecia, no solo por la cantidad de ejemplares, sino por la organización y el número de piezas cobradas. Parece mentira que la densamente poblada Italia, sin mucha fama en cuanto a la caza en general, sea tan dadivosa en cuanto a la cacería de patos.

Las lagunas de Venecia, en el delta del río Po, sobre el cual se ha erigido una de las ciudades más maravillosas del mundo han visto desde la Edad Media cómo se construyeron pequeños lagos artificiales con presas bajas y canales que separaban el agua dulce del río de la salada del  mar. Éstos servían para la cría de peces, angulas, lubinas y doradas. Gracias a las características del delta, esas lagunas tenían aguas bajas del río que se protegían de las altas mareas del Adriático con un complicado sistema de presas y canales que se convertían también en un ambiente ideal para los patos. Si bien estos últimos se han cazado desde siempre, el motivo de que se los transformara definitivamente en áreas de caza fue debido a que en las últimas decenas del siglo pasado la cría de peces había dejado de ser rentable.

Lo primero que hicieron fue bajar el nivel de las aguas según las exigencias de los patos, de 15-20 cm. para cercetas, medio metro para azulones y más de un metro para porrones, construyendo nuevas presas bajas y millares de islotes pequeños para dar a los patos la posibilidad de descanso y de comida. En esos pequeños islotes entran los botes que utilizan los cazadores. En cada isla así construida, que se llama tombone, entran dos botes.

Las lagunas hechas según las exigencias para patos en Venecia

En las presas se plantaron árboles (tamarindos en primer lugar, porque soporta el agua salada) para separar los lagos, dando así un mínimo de perturbación a las aves durante la cacería.

La densidad de patos en las lagunas es impresionante

También cada año se dragan canales que se rellenan del barro de río para permitir la circulación del agua dulce, la preferida de casi todas las especies de patos. Asimismo, en cada laguna, que tienen extensiones desde las 300 a las 1.500 hectáreas, se construyeron casas para los cazadores.

Quizás lo más importante en esta zona es la comida que se les da a los patos, alimentación que se inicia en el mes de julio hasta marzo. Les dan sobre todo aros, una pitanza que dura en el agua bastante tiempo sin descomponerse, a diferencia del trigo y del maíz. Y se lo dan en cantidades, estamos hablando de miles de toneladas, lo normal son unos 50 kilos por tombone y día, y nos encontramos un tombone cada 15 o 20 hectáreas. De esta manera, los patos se quedan en las lagunas durante toda la temporada.

Las cacerías se llevan a cabo solo un día por semana y una cada dos semanas en las mejores lagunas, por tanto la molestia a las aves es mínima. Además, les dan de comer solo un par de horas antes del amanecer, porque los patos de superficie comen de noche y, por tanto, están muy hambrientos y vuelan mejor por la mañana.

El trabajo de los barqueros es muy difícil

La figura más apreciada de las que gestionan la laguna es el jefe Valle, un  hombre que ha dedicado toda su vida a encargarse de la laguna y dar de comer a los patos. Las personas como él tienen mucha experiencia y hacen de todo, desde limpiar los canales, arreglar los niveles de agua para convertirlos en lagos, plantar árboles, etc. Pasan prácticamente toda la jornada en pequeños barcos, conviven con las aves y son tan apreciados que tienen un salario al nivel de un dirigente de Hacienda.

Se caza mejor en las lagunas pequeñas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con este sistema, iniciado hace unos treinta años, el número de patos en las lagunas de Venecia se ha duplicado; en las mejores se calculan más de 100.000 cada 1.000 hectáreas.

Tombone típico con un cazador en el bote

Todas las lagunas son privadas. Las mejores solo están destinadas a sus propietarios e invitados, sin embargo, en algunas se puede cazar si se compran cuotas anuales, cuyo precio para un tombone va desde los 40 hasta los 80.000 euros.

Y llegó para mí el día en que mi amigo Marco me invitó, a mediados de diciembre a probar semejante manjar. La actividad cinegética se despliega los sábados desde septiembre hasta diciembre y en enero se suma un día más: los miércoles. Nuestro destino era una laguna de calidad media, sin embargo nos encontramos con un panorama desesperanzador: estaba completamente helada. Con mucho esfuerzo los barqueros rompen el hielo y nos llevan a una pequeña isla de pocos metros cuadrados en las que los botes están casi enterrados, por tanto estoy a pocos centímetros por encima del nivel del agua. En el interior de cada uno de ellos hay una pequeña silla giratoria y una manta con varios bolsillos interiores para los cartuchos y bocadillos.

Introducen  unos pocos cimbeles alrededor, afirmando que para esa época y con hielo es la mejor alternativa. Yo llevo una vieja automática Cosmi con la reducción a tres cartuchos. Estos últimos son de acero, aunque tenemos algunos de tungsteno y cobre de nueva invención con el fin de probarlos, aunque dado su precio (35 euros la decena) no creo que tengan mucha salida, sobre todo en este tipo de cacería en la que se disparan varias centenas.

Solo se pueden utilizar reclamos de boca. Yo tengo uno de azulón, pero mi amigo Marco los tiene casi todos, desde silbón hasta cercetas. Esperamos hasta la hora legal en que se puede empezar a tirar, pero no se oyen patos en vuelo, como las lagunas están heladas, las aves se han desplazado al mar. Esperamos que regresen con las primeras luces , con el primer rayo de sol vemos aparecer a azulones en parejas y pequeños bandos de cinco a seis pájaros. Empezamos a llamar y bajan hasta los cimbeles. Desde las siete a las nueve de la mañana hemos conseguido unos cuarenta, un día muy malo para la caza. En jornadas normales se cobran 70-80 ejemplares sin problemas.

A partir de las nueve empiezan a llegar bandadas de tarros blancos, que están en expansión en la zona en los últimos años, pero cuya caza está prohibida. También vimos algunas parejas de cisnes y un bando muy grande de fenicópteros, también en aumento desde que empezó la gestión en las lagunas.

Mi cacería de patos en ese magnífico lugar terminó con una excelente comida en el refugio de caza a base de carne de pato y faisán, pero eso es otra historia.

Barco con los patos de la laguna