Bergara B14 .243 + ShilbaGold Medal   2.5-10×50 4A Ballistic = Corzo en mano

Un buen equipo solo da buenos resultados… Si Dios lo quiere

Ya tenía experiencia con los rifles Bergara B14, pero en calibre .308 Winchester. El actual es hermano mellizo, pero no gemelo al tener que utilizar otro cartucho.

Desde hace muchos años llevo cazando de forma más esporádica que mi marido, Saúl Braceras, y el motivo es tan disperso como las nubes en un día de viento, pero lo cierto es que desde mi última cacería en Cahora Bassa en 2013 y alguna montería cada tanto no había cogido un rifle.

Si contamos con un buen equipo todo se encamina a un resultado idéntico.

En tanto, sí he acompañado a Saúl a muchos recechos de corzo y eso me fue “picando”, en cierta medida, en mi interior para atreverme con esta especie. Comencé preguntándole cada vez que salíamos por más y más cosas sobre el Capreolus capreolus, sobre todo sus hábitos. En cuanto a juzgar sus cornamentas, más o menos ya tenía una cierta idea y siempre podría contrastar opiniones con Saúl o con el guarda que nos acompaña.

 

Preparándome  para la cacería

El seguro es eficiente y si lo manejamos con tacto muy discreto en cuanto a ruido.

El rifle acababa de llegar de la fábrica, como dije un Bergara B14 modelo Hunter con cargador extraíble en .243 Winchester, al que Saúl le montó un visor Shilba Gold Medal 2.5-10×50 4A Ballistic de segunda generación que aporta una retícula mildot. Esto facilita mucho las cosas cuando la conocemos en detalle. Aunque Saúl me recomendó colocar el cero a 200 metros y probar, me decanté por el consejo del fabricante que como regla nemotécnica es mejor: 0 = 100, 1º raya: 200,  2º raya: 300, 3º: 400 y 4º: 500.

Según éste, la retícula B4A ha sido testeada por el fabricante con 10 aumentos (atención poner en estos aumentos para que todo concuerde) con los siguientes calibres:

Las anillas Bat Vision de 30 mm. son ideales para montajes con raíles Picatinny.

-.243 Winchester con 95 grains

-.270 Winchester con 130 grains

-7×64 con 140 grains

-7mm, Remington Mágnum con 150 grains

-.308 Winchester con 150 grains

-.300 Winchester Mágnum con 180 grains

-.338 Winchester Mágnum con 200 grains

Yo usaría munición Winchester Power Point de 100 grains, que es prácticamente igual a la de 95, recomendada por el fabricante del visor. Por todo esto, la escala dada en función del mildot, estaría bastante ajustada, más aún si yo no disparaba a más de 300 metros.

El cargador extraíble es una ventaja a la hora de cargar o descargar el arma. El cargador extraíble es una ventaja a la hora de cargar o descargar el arma.

En un campo de tiro tuve la oportunidad de estrenarme con el rifle, pero dada que la distancia máxima era de 100 metros, presupuse, al igual que Saúl, que el resto de la escal coincidiría. Me gustó mucho la escasa presión que debía hacer sobre el disparador y su ausencia de recorrido.

El rifle me resultó muy cómodo y ligero, más teniendo en cuenta que mi paso por la halterofilia nunca ocurrió, cuanto mucho he ido a clases de ballet. El retroceso fue imperceptible y todo de una forma u otra convergía en buenos resultados de precisión.

 

Y nos marchamos en pos de la caza

Esta es la tabla que recomienda el fabricante.

En una de las pocas tardes buenas de abril salimos temprano para estar en el campo bastante antes del atardecer. Una vez en la finca y después de los consabidos saludos, nos cambiamos de coche y fuimos a ver algunas querencias de corzos que, Florencio, el guarda, tenía controlados. Quiero destacar que si nosotros cazamos es gracias a la buena gestión de guardería y Florencio es de los mejores.

El paisaje que ya de por sí es bellísimo gracias a sus bosques y claros, se fue dorando conforme el sol se ponía. A lo lejos vimos correr a una piara de jabalíes, donde los rayones se afanaban por seguir a sus madres. Nos causó  mucha gracia uno pequeñito que apenas podía seguir a sus hermanos.

El ciclo de la naturaleza en su renovación constante nos da la oportunidad de sentirnos tan próximos a éste gracias a escenas como la relatada y más al irse sumando apariciones esporádicas de hembras de corzo.

 

Un cerrojo corto pensado para cartuchos de las dimensiones de un .308 o un .243 Winchester.

Finalmente, llegamos a una colina que dominaba una especie de valle por el que corría un arroyo que lo llenaba de vida. Y a unos 120 metros había un bosquecillo incipiente de fresnos. Florencio lo señaló como un lugar muy querencioso del macho que estábamos buscando.

Me sentía extasiada viendo como las últimas luces se colaban entre las ramas. Como cazadora experimentaba una sensación profunda, no la de una mera espectadora, sino como parte de la Naturaleza circundante, eso es lo grande de la caza, participar en el gran juego de la vida.

La luz iba cayendo y solo hembras vagaban delante de nosotros. El cazadero era bueno, pues permitía disparos muy largos, de hasta 500 metros. Esta es una distancia que ni la contemplo, pues no me da seguridad de hacer lo correcto: un disparo y ya todo ha terminado.

Nos fuimos a cenar a Cuenca, ocasión que uno siempre aprovecha para ponerse al día de lo ocurrido en la zona: si se ven muchos corzos, jabalíes y/o si los venados han mejorado sus cuernas después de la inclusión de nueva sangre en el coto.

A ninguno de los dos nos gusta madrugar, así que ya hace muchos años que nunca cazamos por la mañana y solo nos reservamos para la salida de la tarde. Sé que es disminuir en un 50 % las probabilidades, pero el problema es que los amaneceres suelen ser muy temprano.

 

En el segundo día de caza

Aprovechamos la mañana para visitar Cuenca que siempre es una delicia cultural y gastronómica. Después la consabida siesta, un café y con todo nuestro equipo partimos a la finca.

Florencio nos preguntó si queríamos cambiar de sitio, intercambié una mirada con mi marido y ambos preferimos el mismo.

Con los binoculares escudriñé la zona de arriba abajo, una y otra vez, mientras se repetían las escenas del día anterior. En mi cabeza rondaban los más diversos pensamientos, pero de a poco

Excelente agrupación de 5 disparos a 100 metros.Miraba el reloj conforme las sombras se alargaban y en un momento que me distraje observando a unas hembras, Florencio me tocó el hombro limitándose a señalar hacia el consabido bosquecillo de fresnos. ¡Sí, allí estaba!

fueron rumbeando hacia la importancia de conocer al animal que vamos a quitar del medio: Conocerlo en todas sus facetas para poder apreciarlo en su justa medida. Claro está que en la carrera del conocimiento siempre iremos aprendiendo de a poco. Es como mirar un diamante donde cada vez que lo estudiamos nos muestra una faceta diferente.

De momento, no le podía tirar debido al sotobosque y la prudencia, amiga de la eficacia, así lo aseveraba. Nos obstante, ya había dejado los prismáticos para observarlo a través del visor del rifle. Como el apoyo era bueno y la distancia no superaba los 120-130 metros coloqué sus aumentos en 10X. Ahora lo veía igual que con el binocular, pero mi subconsciente empezaba disparar los latidos de mi corazón. Ya estaba en modo cazadora y no observadora.

La luz corría en mi contra, pero gracias al visor Shilba podía seguir viendo con claridad a “mi” corzo. Comencé a respirar hondo y el rifle seguía cada paso que daba el animal. En un instante se detuvo entre dos árboles dejándome una puerta de entrada perfecta para mi proyectil de .243 Winchester. Entonces la cadena de transmisión de pensamiento en dinamismo funcionó. El disparo me sonó lejano dado el grado de concentración. Gracias al escaso retroceso alcancé a ver cómo el corzo se doblaba de manos para caer y no levantarse.

Un corzo cazado al filo del anochecer, gracias a que Dios es cazador, un Bergara B14 en calibre .243 Winchester y un Shilba Gold.

Felicitaciones de Saúl, quien dijo: “sigues siendo the one shot girl”, como me llamaban en África. Creo que mi marido se quedó anclado en el pasado, porque de girl ya no tengo nada, más bien sería la one shot old lady. Florencio me abrazó, me sentía exultante. Había cerrado un ciclo de Naturaleza.

Hasta la próxima.

 

Liliana Delucchi