Alcance máximo de  nuestros proyectiles

Este artículo es para tener en cuenta

Hace muchos años, exactamente en 1989, en una de mis visitas a mi amigo, el Dr. Lucas Potgieter, propietario entonces de la mayor armería en África del Sur, llamada “The Power Keg”, me encontré con que estaba haciendo un estudio sobre hasta dónde podían alcanzar las balas de una selección de calibres populares entre los cazadores sudafricanos.

Lucas era un gran experto en balística y armas deportivas y digo “era” porque lamentablemente falleció hace unos años. Siempre que le visitaba en la población de Melville, cerca de Pretoria me invitaba a comer y luego nos dábamos grandes sesiones de hablar de nuestra pasión común, la caza, las armas y sus municiones, tema que parecía no tener fin. Así como yo siempre tuve la predilección por cazar elefantes, Lucas la tuvo con los búfalos, de los que cobró muchos en Mozambique, Bechuanaland, presente Botswana y en Rhodesia del Sur, actuar Zimbabwe.

El calibre .30 y el 7 mm. son los dos que más variación de proyectiles en peso, formas y tipos podemos encontrar.

Me explicó lo que estaba haciendo entonces, que era calcular hasta dónde podían llegar los proyectiles para que los cazadores tuvieran cuidado con los disparos, pues en África del Sur había muchas zonas de caza alternadas con grandes explotaciones agrícolas y, sin querer, por ignorancia, podría ocurrir algún desastre irreparable. Esto me hizo pensar que algo parecido podría ocurrir en España en las monterías y cotos de caza mayor. Le pedí si me podía dar una copia de sus resultados, que muy amablemente me cedió, pues él terminaba de entregarlos a una revista local para su información y divulgación, para que  todo el mundo tuviera cuidado con las armas que, contrariamente al popular dicho que “las armas las carga el diablo”, es el ignorante irresponsable de turno el que representa un peligro real, ya que las armas son seres inanimados y siempre dependerán de las manos de quienes las manejan, para bien o para mal.

Un aspecto importantísimo es el coeficiente balístico para que nuestros proyectiles vuelen más lejos y mejor.

Muy satisfecho con mi adquisición, gracias a Lucas, me llevé las referidas notas que, al regresar a mi Valencia natal, guardé en una carpeta con la idea de darlas al conocimiento público. Hay un sabio refrán que dice que el hombre propone y Dios dispone, y eso es lo que me ocurrió, que sin darme cuenta, con la novedad de estar de nuevo en casa con mi familia, después de muchos meses en África, se fue pasando el tiempo, quedando las notas de Lucas en la carpeta, junto con muchísimas más, pues tengo una gran cantidad de ellas. En el pasado mes de abril me dediqué varios días a poner un poco de orden en las referidas carpetas que supongo deben de ser únicas, pues las llevo recogiendo desde hace más de 50 años. Entonces, cuando menos lo esperaba, pues lo tenía totalmente olvidado, aparecieron las referidas anotaciones, por lo que, antes de que se me líe la cosa otra vez, escribo las presentes notas, pues el tiempo transcurrido no alteró  la balística y todo está de plena actualidad, quedando las cosas como se pueden ver en el cuadro publicado.

Como puede verse, la mayoría de los calibres superan ampliamente los tres kilómetros, los cuatro y uno de ellos los cinco, por lo que nunca se pecará por tomar toda clase de precauciones antes de disparar y, jamás hacerlo sin ver perfectamente lo que hay detrás de la pieza encañonada. Lo dicho es importantísimo.

Si nos preguntasen. ¿Qué proyectil llega más lejos: el de un .458 Winchester Mágnum o el de un .222 Remington Mágnum? Creo que pocos acertarían y la mayoría nos decantaríamos por el .222 Remington… Craso error.

Como anécdota diré que Lucas era un gran entusiasta del calibre .416 Rigby, teniendo su rifle una mira telescópica de cuatro aumentos de quita y pon rápida, con el que cobró la mayoría de sus búfalos, disparando la primera bala con una punta expansiva, y el resto blindadas, pues en caso de no caer al primer tiro, el animal solo ofrecería dos posibilidades para matarlo. Si escapaba, apuntar por la zona del ano con una blindada, que podría atravesar el cuerpo y alcanzar la caja del tórax , impactando en el corazón o los pulmones y, en caso de ataque, la bala sólida sería la única que podría detenerla al impactar en el cerebro, apuntando en medio del morro que llevan levantado para poder ver bien a su contrincante, y en línea recta con el mencionado cerebro.

Espero que la opinión y el trabajo de Lucas Potgiefer sea bien recibido por los cazadores y pido perdón por el retraso de solo 29 años, pero nunca es tarde si la dicha es completa. Al menos eso dicen.

 

Tony Sánchez-Ariño