.300 W. Magnum

Un calibre mágico

En mi vida de cazador-tirador fueron marcando huella y dejando hitos ciertos calibres, primero fue el 7,65 de un Mauser Argentino, cortito, de caballería, con el que prácticamente me inicié, luego fue un 7,65 deportivo, nuevo flamante que tuve la dicha de estrenar, y con éste, decididamente hice de todo, en esa época no accedía a la recarga de ese calibre, pero me las ingeniaba para “esporterizar” las municiones, dar vuelta las puntas, hacerlas huecas, en fin… una bella etapa de mi vida que recuerdo con cariño.

Algún tiempo más y el .308W, con toda su parafernalia de ventajas en cuanto a la provisión de municiones, equipos de recarga, puntas de todo tipo, y otra etapa importante y de muchas satisfacciones, pues podía gastar los cañones practicando, total era fácil todo, hasta cambiar cañones cuando el que tenía empezó a dispersar, debido al exagerado uso, y se le enroscó un cañón americano con el que conseguía agrupaciones de Bench Rest. Cacé todo tipo de animales de nuestra fauna mayor. Hasta que se cruzó en mi camino el 300 W. Mag., de manera casual y de la mano de un amigo, quien me invitó a probarlo en el campo.

Una mañana temprano partimos hacia un hermoso lugar de montañas con verdes valles, en uno de los cuales existe un polígono natural que permite probar armas hasta casi mil metros, dispusimos unos blancos a 50, 100, 200 y 300 metros con la intención de disparar, siempre apuntando al centro en cada uno de ellos, para ver si era tan rasante, que no caía casi nada. O sea, determinaríamos en el terreno la trayectoria balística de esa munición disparada con ese rifle.

El apoyo para el disparo era una manta doblada sobre la esquina de la jaula antivuelco de mi camioneta, una mira telescópica de mucha definición con una cruz muy fina que permitía hacer una muy precisa puntería. La munición a testear era comercial, fuerte, de primerísima calidad, con una punta de elevado coeficiente balístico, es decir, que lo que realmente se iba a probar era el arma-cartucho. Y aquí viene la marca a fuego, lo tomé con la naturalidad con que toda mi vida encaraba las armas y como mis sentidos estaban ocupados en afinar la puntería, no me lo afirmé como corresponde contra mi hombro, disparé y el retroceso me hizo girar y casi se me escapa de las manos el arma. Por supuesto que no es para tanto, pero en esa oportunidad lo primero que aprendí, es que a un .300 W. Mag. se lo debe tomar firme y sin miedo.

Es cierto que tiene un retroceso fuerte y seco, y depende del tipo de munición que estamos disparando, sea comercial o recargada, pero en líneas generales el disparo del .300 W. Mag. se hace sentir en el hombro, aunque  con mi experiencia de muchos años de cazar con este calibre, jamás sentí una “patada” fuerte en el campo. Eso se siente en las pruebas de polígono y no en la cinegética, cuando nuestros sentidos están puestos sobre el trofeo y no en el retroceso. Retomando el ensayo balístico con los blancos a distintas distancias, siempre disparando al centro, aclarando que el rifle estaba regulado a cero en 150 metros, impactó 0 cm a 50 m., + 1,5 cm a 100 m.,  0 cm a 150 m., -4,3 cm a 200 m. y -21 cm a 300 m. Evidentemente una trayectoria muy tendida.

Una vez finalizada la comprobación de la curva balística, nos dispusimos a comprobar el poder de penetración con distintas puntas y diferentes recargas, sobre variados materiales como: planchuelas de acero, de hierro, fundiciones, varias tablas de madera muy dura (firmemente atadas), y cómo se iban comportando las diferentes recargas o las municiones comerciales.  Evidentemente no se trataba de ensayos de laboratorio, ni siquiera eran cuantificables, pero sí comparables con otros calibres archiconocidos como el .308 W, o el .30-06, a los cuales colocamos uno a la par de otro y los ensayábamos sobre idéntico material, de manera que la balística de efectos fuera comparable.

Por ejemplo, municiones comerciales Silvertip de Winchester en calibre .308 W, .30-06, y .300Wmag. fueron disparadas sobre una chapa de acero de 3 cm. de espesor, a una distancia de 30 metros con los siguientes resultados: El .308 W no la traspasó, provocó un cráter sin orificio de salida de un lado, y del opuesto, un globo con estiramiento del metal, espesor que posteriormente medimos perforando la parte culminante del globo, quedó de solo 2 milímetros.  La misma munición, pero en calibre .30-06 traspasó a la chapa hundiendo unos 4 milímetros (respecto de la horizontal) la cara frontal, y provocando un cono de forzamiento de material del lado opuesto. Y el 300WMag. (siempre con el mismo tipo de munición comercial) traspasó la chapa sin ningún tipo de hundimiento, pero provocando dos conos de forzamiento de material, uno del lado de entrada y otro del lado de salida.

Es decir, que sin recurrir a los sofisticados métodos de un laboratorio de ensayos de materiales, se pueden comparar los resultados de algunos calibres de manera contundente y práctica, pues cualquier persona aún sin conocimientos de balística, ni siquiera de las más elementales fórmulas físicas de velocidad, energía, densidad seccional, coeficiente balístico, etc., no dudaría un instante al presenciar la “balística de efectos” en una prueba de campo muy sencilla como la descripta.

Muflón alcanzado a larga distancia en la base del cogote.

Hasta aquí podemos ir afirmando que el .300 W. mag. es un calibre muy veloz, con trayectoria rasante (muy tendida). Con respecto a la penetración, debemos aclarar el tipo de punta a testear, pues no es la misma penetración que voy a lograr con una punta full-metal-jacket (o totalmente encamisada) y de elevado coeficiente balístico, que con una punta flat (chata) semi-encamisada. Con la primera es probable que obtenga una gran penetración, mientras que con la segunda la penetración sea muy pobre, todo depende nuestras aspiraciones, si lo que necesitamos es poder de parada o penetración.

Con respecto a la precisión, podemos decir que estamos frente a un calibre de mucha precisión, solo basta recordar o leer alguna literatura especializada, en donde grupos especiales de países muy desarrollados, como el grupo “Sniper” del ejército de Estados Unidos utiliza este calibre, por supuesto con Big-barrels (cañones pesados), bípodes y sofisticadas miras ópticas. Otro ejemplo son las tiradas de Bench-Rest (también en Estados Unidos) a largas distancias (entre 800 y 1.000 yardas), en las cuales son utilizados rifles recamarados con este calibre.

Para los que tenemos pasión por la recarga, este calibre cuenta con una oferta sumamente grande de componentes de recarga. Si hablamos de puntas, las posibilidades son muchas, desde 110 Gr. hasta 220 Gr., de las más variadas formas y marcas, el calibre .30 es lejos el que más surtido ofrece al recargador.

Serían interminables las recetas para este versátil calibre, y por supuesto, en función de lo que se pretenda con cada una de ellas, desde la hiperveloz y de muy tendida trayectoria como sería una punta de 150 Gr, spitzer soft point, acelerada con una buena dosis de Reloder-22 o alguna de las buenas IMR, para intentar un lance con los antílopes, o una pesada round nose de 220 Gr para un acecho en aguada a un buen padrillo de jabalí, sin olvidarnos de las más adecuadas al calibre como son las de 180 Gr., tan apropiadas para intentar cobrar un excelente colorado.

También las experiencias en el plains game africano han dejado por sentado la versatilidad y eficacia del .300W.M..  Todos los que me conocen saben mi preferencia por los calibres grandes en terreno africano, especialmente a mis queridos .375 H&H Mag. y mi .416 Rigby. Estos son dos calibres que nunca van a dejar dudas de ningún tipo. Me viene a la memoria la frase de un Grande, mi queridísimo amigo “el gran elefante” como yo lo llamo, a Tony-Sanchez Ariño, cuando dice “no se le puede dar el trabajo de un hombre, a un niño”. No obstante este análisis, he tenido la oportunidad de testear innumerables veces el comportamiento del .300 W. M., en muchos lances  africanos y con animales muy pesados, como un gran eland, o muchos kudúes de impresionante alzada. Colocando el tiro en su sitio, caerán en el lugar, evitando largos rastreos y amarguras.  Un amigo cazó un hermoso león del Kalahari con un disparo del .300W.M. entre los ojos. Por supuesto que era un tirador magnífico y con vasta experiencia, pues yo no recomendaría enfrentar a un felino como ése con un calibre inferior al .375 H&H Mag. y con proyectiles Premium de 300gr.  Pero traigo a colación este comentario para resaltar las virtudes de este magnífico calibre americano de prestaciones extraordinarias.

El .300 Winchester Magnum se beneficia de la inmensa cantidad de oferta de proyectiles que existen calibre .30.

Es un calibre que permite realizar disparos a muy largas distancias, sobre todo en muestras montañas, cuando vamos tras la brama de los colorados, aunque como saben mis lectores, me apasiona hacer disparos lo más cerca posible, pues disfruto del rececho, del acercamiento, ver perfectamente sobre qué voy a disparar y asegurar el trofeo de un solo disparo.

Actualmente uso un rifle Ruger Mark II, modelo de lujo, con un cañón semi pesado, al que tengo acoplada una mira Swarovski  Z8i 2-16×50 de altísima definición y con una retícula iluminada 4Wi, que me permite hacer correcciones de deriva cuando hay vientos leves, moderados y fuertes, es decir, el rifle y la mira forman un equipo inmejorable, sobre todo para los disparos que yo llamo de “entreluces”, ya sea tanto al amanecer como al atardecer.

En cuanto a las recargas que utilizo con este rifle son el resultado de infinitas pruebas en mi querido Tiro Federal de Mendoza, quedándome con 2 ó 3, las mejores.  No cazo con ninguna munición comercial, solo uso mis propias recargas, y la estrella para ciervos colorados en montaña es punta Nosler Partition Spitzer de 180 gr, con pólvora americana IMR 4350, con la que obtengo una velocidad en boca de cañón de 3.080 p/s de promedio, con agrupaciones de una pulgada y media a 200 metros, que es donde tengo regulado mi “cero”. De tal manera, que a 300 metros tengo una caída de 16 centímetros, y llega a esa distancia con un velocidad V=2.500 p/s, y una energía E=2.500 p2/L. Por tanto, para esa recarga, mi MC (Mortal Circle) es de un diámetro de 16 cm de cero a 300 metros, lo que me permite apuntar, en disparos horizontales, al lugar donde quiero pegar, sin hacer alguna corrección, pues, la “sala de máquinas” de un colorado es mucho mayor que ese diámetro de 16 cm.

En disparos a largas distancias con ángulos hacia arriba o hacia abajo, superiores a los 30 grados, se deberán hacer las correcciones necesarias, pero eso, es harina de otro costal. No quiero dejar de mencionar las otras dos marcas de puntas que utilizo, que son las Barnes y las Woodleigh, cuyos resultados son excelentes, con balísticas muy parecidas a las de las Partition que mencioné. Quisiera aclarar que estas tres puntas son las “estrellas”, pero el .300 W.M., es tan efectivo y tolerante, que una vez encontrada la carga, con otras puntas, como Hornady, Speer, Sierra, también se pueden obtener excelentes resultados.

Larga vida para el 300 W. Mag.

 

Jorge Borque

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